sábado, septiembre 22, 2007

LA CRISIS HIPOTECARIA en EEUU, explicada por Xavier Sala-i-Martín:
Supongo que muchos de ustedes no juegan regularmente a la ruleta y, si lo hacen, apuestan cantidades moderadas porque saben que si juegan demasiado acabarán perdiendo mucho. Pero, ¿qué harían si el gobierno decidiera devolverles el dinero cada vez que no sale el número apostado? Si me permiten, yo les recomendaría que se fueran corriendo al Banc Sabadell, pidieran un crédito de millones de euros y se fueran directos al casino: cuando los números les salieran de cara, se forrarían y cuando no, el gobierno se lo devolvería todo. Naturalmente, ese programa tendría dos consecuencias. La primera es que nos convertiría a todos en jugadores patológicos. Y la segunda, que en pocas semanas el gobierno se quedaría sin un euro.

Absurdo, ¿no? Pues eso es precisamente lo que proponen algunos políticos norteamericanos para salir de la incipiente crisis financiera. La historia empezó hace cinco años cuando, al ver que los tipos de interés eran anormalmente bajos, algunos financieros listos vieron una oportunidad de negocio en las familias consideradas “peligrosas”. Es decir, familias poco solventes, con rentas bajas o con un historial de impagos catalogados como “clientes de baja calidad” (o, en inglés, “subprime”). Al no haber competencia de los bancos normales ya que no quieren tener nada que ver con esos clientes peligrosos, los nuevos financieros podrían concederles créditos hipotecarios a un tipo de interés elevado. El negocio consistía en pedir dinero a los bancos normales a tipos bajos y prestar a clientes peligrosos a tipos altos.

Para hacer más atractivo el paquete, ofrecían programas de repago con cuotas muy bajas durante cinco años. En realidad, era como si inicialmente dieran tipos de interés subsidiado, un subsidio que pensaban cobrar con creces a partir del quinto año.

Pues bien. Estamos hoy en el quinto año, las cuotas han subido y, como era de esperar, una parte de esas familias “peligrosas” no han podido afrontar sus pagos y los financieros se han visto obligados a quedarse con sus casas. El problema es que los precios de esas casas han bajado y los tipos de interés han subido con lo que esos financieros se han quedado sin negocio y con una enorme cartera de viviendas que no pueden vender. Muchos de ellos, amenazados de quiebra, están despidiendo a sus trabajadores, cerrando locales y reduciendo dramáticamente sus actividades. Es la llamada “crisis de los créditos subprime”.

Como siempre que ocurren crisis de este tipo, ya han aparecido los políticos que reclaman la intervención del gobierno y de la Reserva Federal para que facilite dinero barato a esas empresas con el objetivo de evitar que se vayan al garete. Eso sería un error: una de las bases del sistema financiero es que los beneficios elevados se consiguen sólo si uno asume riesgo.
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