miércoles, diciembre 02, 2009

[Actualizado] PROBABLEMENTE habréis reparado en que no he suscrito el famoso manifiesto por la defensa de derechos fundamentales en internet. El motivo es muy sencillo: estoy absolutamente de acuerdo en lo inaceptable del cierre de webs sin autorización judicial, y creo que el sistema de gestión (hola, SGAE) debería saltar por los aires. También, Netoratón acierta al asombrarse de que el PSOE cree para sí una herramienta que también podrá ser usada por el PP cuando gobierne, lo que ocurrirá tarde o temprano . El argumento serviría si fuera el PP el que gobernase, por supuesto: siempre he pensado que un político jamás debería querer para sí un poder que no aceptaría que lo tuviese su adversario si gobernase (sí, ya sé que es utópico, pero es un principio, no la descripción de una realidad). Y estoy radicalmente en contra de la extensión de esos derechos tras la muerte del autor: como mucho la propiedad intelectual debería funcionar como la industrial, con períodos de cinco años renovables mediante pago, como hace tiempo propone Larry Lessig. Pero si me apuráis ni siquiera eso: ¿acaso los herederos de un trabajador de una fábrica tienen derecho a su salario durante décadas después de su muerte?

Pero, como digo no he suscrito el manifiesto, porque tengo muy serias reservas respecto al resto. No tengo demasiado tiempo, así que explico por qué a vuelapluma:

Para empezar, encuentro que entre esos derechos fundamentales falta uno que es no menos importante: el de propiedad. Es decir, el derecho de los artistas a disponer de sus creaciones del modo que estimen oportuno, incluso si ese modo es una estupidez. Creo sinceramente que se equivocan al cerrarse a las innovaciones tecnológicas, pero al mismo tiempo tienen todo el derecho del mundo a equivocarse. Si un artista da la espalda a internet estará perdiendo oportunidades, pero no somos nadie para expropiarles el derecho a disponer de lo que es suyo y a intentar vivir de ello si pueden. O a arruinarse si no lo consiguen. Ni podemos tampoco expropiar a las discográficas su derecho a intentar recuperar la inversión en artistas, que la hay (énfasis en "intentar").

También me parece muy manido el argumento de que los artistas se tienen que acostumbrar a no vivir de los discos y sí de conciertos y merchandising. Porque eso sirve o bien para las megabandas y artistas muy consagrados (muchos de ellos gracias a haber vendido muchos discos, por cierto), o bien para quienes empiezan, o bien para aquellos que son tan malos que jamás venderían un disco pero sí sirven para ir actuando en alguna sala de fiestas para amenizar copas y ligoteo porque al fin y al cabo la gente la gente no les hace demasiado caso mientras van a lo suyo. Pero la gran mayoría de artistas en el medio siguen viviendo de la venta de música; en una vida pasada estuve trabajando para Peter Gabriel, que es ciertamente conocido pero no un superventas y que uno pensaría que vive de sus actuaciones. Y desde luego le reportaban ingresos, pero averigüé que tanto él como la mayoría de sus colegas obtenían alrededor de un 70% de sus ingresos gracias a la venta de música. Esto ocurría en plena época Napster y AudioGalaxy, y es verdad que ha llovido desde entonces. Pero ver a tantos músicos protestando ahora contra la -ciertamente mal llamada- piratería debería hacernos pensar que probablemente las cosas no han cambiado tanto desde entonces. Por cierto, fijaos que siempre se habla de que el grupo X está haciendo la gira de promoción de su último disco, y nunca al revés, que ha lanzado el disco de promoción de su última gira. Por algo será.

Por supuesto si los artistas son libres de decidir qué quieren hacer con sus "productos", nosotros somos igualmente libres para sacar nuestras conclusiones en base a ello. Por ejemplo, no comprando sus discos. Y no, no me vale el gastado argumento de que en la propiedad de objetos físicos cuando a uno le roban el objeto se queda sin él, pero no así en la propiedad intelectual. Hay una cosa que se llama lucro cesante. Cuando vamos al médico tampoco le "quitamos" sus conocimientos, pero nadie entendería que fuéramos a un especialista y, una vez hecho el diagnóstico y prescrita la cura, nos fuéramos sin pagar porque al fin y al cabo él conserva sus conocimientos de medicina igual que antes de vernos. Tampoco me sirve el decir que la cultura es un derecho básico y que por eso ha de ser accesible a todos, gratis (no me sorprende oírlo de gentes de izquierda, pero si me llama la atención oler el tufillo a socialización emanando de personas que no tienen nada de socialista). Volviendo al ejemplo anterior, si la cultura lo es, la salud lo es varias veces más.

Estoy muy de acuerdo con algunos de los puntos que comenta Manuel Cáceres que, curiosamente, aunque se define como socialista suena como un pérfido capitalista -- con perdón--:
# Pese a que es cierto que no se le pueden poner puertas al campo, tampoco podemos caer en la falacia de que todo lo que es técnicamente posible es lícito. Creo que un autor debe tener el derecho de decidir qué quiere hacer con su obra (difundirla, no difundirla y en qué condiciones), y nadie tiene el derecho de decirle como hacerlo, ni de aprovecharse ilegalmente de su creación. O acepta sus condiciones, o no.
# Las posturas contrarias a las modificaciones legislativas indicadas no entran en lo que para mí es el meollo de la cuestión: cómo defender el derecho del autor a gozar de los frutos de su trabajo (su obra) en un mundo digital, o el derecho de una empresa a obtener beneficios de sus inversiones. No podemos caer en el estereotipo de que contra las multinacionales malas malísimas todo es válido.
# El referido manifiesto adolece igualmente de este defecto, además de otros muchos: aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid introduce puntos que, para mí, no vienen al caso y desprenden un tufo partidista más que evidente, atribuye a la ley efectos que yo creo que no tiene (aunque todo es discutible, y aquí cuenta y mucho la interpretación y la aplicación que de ella se haga), se irroga el derecho a decidir qué tiene y qué no tiene que hacer la industria, qué es y qué no es obsoleto, sacraliza el tema del cierre administrativo de una web, como si la administración no pudiera ya ahora cerrar muchos negocios si incumplen la ley (sin perjuicio del posterior control judicial, como toda actividad administrativa), hace una interpretación realmente chusca del fin (finalidad) del derecho de propiedad intelectual, contiene afirmaciones jurídicamente más que discutibles (que yo sepa no existe en la constitución un derecho fundamental a bajarse películas, ni mucho menos a difundirlas de forma masiva)
Excepto en lo de sacralización del cierre administrativo, que creo sí debe hacerse, en el resto estoy casi completamente de acuerdo. Y por eso no he podido suscribir el manifiesto tal como está redactado.

ACTUALIZACIÓN (al día siguiente): Os recomiendo este post de Egócrata. Si queréis, en el otro bando, leed a Nacho Escolar en Estrella Digital. Estoy bastante de acuerdo en lo que escribe esta vez, porque está tratando sobre el cierre de webs sin autorización judicial. Pero no habla del resto de puntos del manifiesto con los que, como explicaba ayer, discrepo. Pero que responde a lo que piensa al respecto el premio José Manuel Porquet de periodismo digital.