"CON CLINTON hubiera sido otra cosa", dicen en Europa quienes quieren hacer colar que no tienen nada en contra de los EEUU sino sólo en contra de Bush. Eso es porque hacen oidos sordos a lo que dice el de la becaria, y cuando lo hacen no acaban de creerlo, o filtran todo aquello que les rompe el esquema simplista de "Clinton bueno, Bush malo" (y "Kerry bueno", aunque se decepcionarán si gana en noviembre).
Clinton es uno de esos raros casos en que posiblemente esté siendo mejor en su etapa de ex-presidente que en la que ocupaba la Casa Blanca (no, Carter no es otro de esos casos), haciendo un esfuerzo en foros y conferencias en todo el mundo para que la gente entienda quien es el enemigo de verdad (una pista: no es Bush) y que ha pasado desapercibido para la biempensantía de nuestro continente. Igual que pasó desapercibido su apoyo a Bush en la crisis iraquí y las causas que lo justificaron (uno, dos, tres -esta es buena, porque lo dijo en una conferencia de prensa con Durao Barroso-, cuatro; incluso su esposa, la senadora Hillary).
Una de las voces más juiciosas en el International Herald Tribune, John Vinocur, lo explica mucho mejor que yo en este interesantísimo artículo.
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