domingo, marzo 06, 2005

CUENTA ENRIC GONZÁLEZ en El País (via Periodista Digital):
"No íbamos muy rápidos, dadas las circunstancias, y no nos dieron tiempo a explicar que éramos italianos", aseguró la periodista herida. El agente, a su vez, declaró a los fiscales que "los disparos no podían justificarse por la velocidad del automóvil, la marcha era regular y no propiciaba ningún equívoco". Los dos interrogados añadieron que no encontraron ningún puesto de control y que a unos 700 metros de la entrada del aeropuerto, en una zona considerada "segura", un blindado estadounidense les iluminó con un foco. De inmediato empezó el ametrallamiento. El vehículo en el que viajaban, presumiblemente blindado, recibió al menos 300 impactos de bala, quizá 400, en el espacio de varios minutos.

Calipari, jefe del equipo de agentes que había negociado con los secuestradores de Sgrena, viajaba en el asiento de atrás con la periodista y al escuchar el primer tiro se lanzó sobre ella para cubrirla. Un balazo en la cabeza acabó con su vida. "Le abracé dos veces en el espacio de una hora; la primera, cuando me liberó, la segunda, cuando comprobé que estaba muerto y que había dado su vida para salvarme", dijo Sgrena.

Pier Scolari, compañero sentimental de Giuliana Sgrena, que viajó a Bagdad y volvió con ella en el avión fletado por el Ministerio de Defensa, afirmó que la periodista había recogido "un puñado de casquillos" del asiento del automóvil atacado.
Las negritas son mías, y con ellas quiero resaltar dos cosas:

- no pasaron por ningún control previo, lo que también parece confirmarse en el artículo que hoy publica la propia Sgrena, herida y en el lecho del dolor, en Il Manifesto y que La Repubblica reproduce parcialmente (via -¡agarraos!- Manu. Aunque claro, él ha aportado el link creyendo que probaba lo contrario de lo que realmente prueba).

- ¿casquillos en el asiento del vehículo? Obviamente los casquillos caen en el lugar desde donde se dispara, no en el lugar al cual se dispara; no salen proyectados y "aterrizan" milagrosamente en el lugar al que van dirigidos los proyectiles. Eso significa que los ocupantes del vehículo en el que viajaba Sgrena dispararon también en algún momento, posiblemente a la defensiva, tras haber recibido los primeros impactos pero en ese caso, ¿por qué no lo dicen claramente? ¿por qué insisten en que sólo intentaron decir a gritos que "no disparen, somos italianos"? ¿Quizás porque devolvieron el fuego creyendo que los que les estaban disparando eran gloriosos insurgentes y no estando seguros de que eran soldados estadounidenses como dicen ahora? ¿Conduciría uno el vehículo a velocidad normal, como afirman, si se cree que se está siendo atacado por terroristas?

Son muchas preguntas, difíciles de contestar a distancia, pero hay algo que no me acaba de cuadrar. Evidentemente no estoy diciendo que se trate de un montaje; sería absurdo si el propio ejército yanqui ha admitido ser el autor de los disparos. Pero si escribí ayer que Tele 5 estaba cousizando la información sobre Sgrena era porque, como en el caso del reportero muerto en el hotel Palestina, hay mucha gente -dentro y fuera de Italia- dispuesta a sacar todo el rédito posible a lo que todo indica que fue un trágico error. Nada menos, pero tampoco nada más. Un error como tantos que ocurren cada día en los conflictos armados que, por cierto, en estos momentos no sólo están teniendo lugar en Iraq. Y que a veces sí son disparos conscientes a multitudes, como hicieron las tropas francesas en Costa de Marfil (desgraciadamente los links al video ya no funcionan, pero el de eMule debería ir todavía).

Quisiera pensar que en este último caso nadie se ha rasgado las vestiduras (y ahí no hay error posible; fue algo criminal, a sangre fría) porque no se trataba de una periodista occidental de izquierdas. Quiero pensarlo, pero desgraciadamente no lo pienso: el motivo de que a ningún biempensante le haya importado una higa lo de Costa de Marfil es que los que disparaban eran franceses y no cowboys imperialistas pero, sobre todo, porque los muertos eran africanos negros.