ANTE LA EVIDENCIA de que las elecciones en Iraq fueron un éxito y que el país -aun y todo con las convulsiones por las que aún atraviesa- está en el camino a una democracia que no había conocido nunca y cuyo ejemplo se está extendiendo por la región, los contrarios a la guerra y críticos con la administración Bush han recurrido a una táctica: el revisionismo histórico. La guerra como liberación de un país para colocarlo en la senda democrática es una carta sacada de la manga en el último momento, según ellos, ante el fracaso del que fue el único argumento aducido: las armas de destrucción masiva.
Se me escapa cómo, de entrada, el que el nombre oficial de batalla de la campaña -Operation Iraqi Freedom- no les dé una pista de algo falla en su argumento. Pero por si todavía se les escapa a ellos, he aquí una minuciosa reconstrucción de cómo y cuántas veces antes de la guerra se adujo la democratización del país como argumento. Argumento al que los anti-guerra respondían con displicencia, sorna o, en el mejor de los casos, incredulidad. "No puede ser eso que Bush dice", decían entonces. "Bush nunca dijo eso", dicen ellos mismos ahora.
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