DAVID HOROWITZ sobre los atentados de Londres, pero no sólo sobre ellos:
Por supuesto, todo el mundo sacará de los atentados de Londres lo que ya esté buscando. La izquierda afirma que los atentados demuestran que la guerra de Irak está produciendo el terror, en lugar de luchar contra él, como si los ataques contra los musulmanes (así lo dicta su lógica) fueran de importancia para los terroristas. Saddam y los terroristas han matado a cientos de veces más musulmanes que las fuerzas americanas. Por otra parte, las fuerzas americanas han salvado millones de vidas musulmanas en Bosnia, Kosovo, Somalia, Afganistán y, sí, en Irak. Esto no es una guerra por el tratamiento de América a los musulmanes y nunca lo fue.En primer lugar, la izquierda nunca entendió la guerra de Irak, así que no se puede esperar que comprenda realmente la guerra en Europa. La jihad islámica contra Occidente, para la que Irak no es sino un campo de batalla muy importante, no comenzó en el 2003 con la caída de Saddam. Se remonta a un movimiento musulmán que surgió en Egipto en los años veinte – la creación de la Hermandad Musulmana, cuyo “pequeño libro rojo” era el Corán, interpretado por Hassan al-Banna, Sayyid Qutb y eventualmente por el ayatolá Ruholah Jomeni, el líder del primer estado revolucionario islámico.La jihad islámica contra Occidente comenzó en los primeros días de noviembre de 1989, con la revolución islámica de Irán, que alcanzó el clímax con la toma de los rehenes americanos y el millón de fanáticos en las calles de Teherán cantando “Muerte a América”. Uno de los captores de esos rehenes y líder de esos cánticos es el recién elegido “presidente” del Irán revolucionario. (Esta semana cantaban “Muerte a América” otra vez). La revolución iraní creó a Hezboláh, la organización terrorista que voló por los aires los barracones de los Marines en Beirut en 1983, en muchos sentidos el primer ataque terrorista de la guerra moderna contra nosotros.Uno puede admitir la idea de la izquierda de que la guerra de apoyo americano por liberar Afganistán de la ocupación soviética fue otro campo de pruebas para la jihad islámica. Como es el caso, la invasión soviética de Afganistán fue iniciada al mes siguiente del diciembre de 1979 y, como a los izquierdistas les gusta señalar, fue la guerra de entrenamiento para Osama bin Laden y muchos de los palestinos que siguieron adelante para crear al-Qaeda, Hamas, y otros grupos terroristas islámicos.Por supuesto, a la izquierda no le interesa la historia, a menos que sea para arrancar hechos aislados que pueda retorcer contra América. Así, la izquierda utilizará su “hecho” de Osama para afirmar que América creó a bin Laden y que somos responsables de los ataques contra nuestra patria. (Esto también es exactamente lo que afirman los terroristas). Inevitablemente, cualquiera que sean los hechos que está interpretando, la izquierda termina manifestando que está en guerra contra América. Por otra parte, obsérvela gritando “rastrero” cuando cualquiera señala esta verdad obvia. (¿¿¿Está usted cuestionando mi patriotismo???).El cuento retorcido del Afganistán de la izquierda consiste en varias mentiras en una, pero no hay necesidad de desenmarañarlas aquí. La izquierda que hace este argumento no está interesada en la historia de nuestra guerra a distancia contra los invasores soviéticos, porque básicamente apoyó a la fuerza invasora. Igual que a los radicales de hoy les gusta pensar en sí mismos como “anti-anti-Saddam”, eran anti-anti-Comunista entonces. En la práctica, esto significó que eran el principal apoyo del imperio soviético en Occidente, y de su expansión a naciones vulnerables de su periferia, como Afganistán.Estados Unidos proporcionó entrenamiento y armas a los mujahidínes musulmanes de Afganistán porque su consciencia era avivada por los invasores soviéticos cuyas políticas totalmente devastadoras mataron a un millón de afganos indefensos antes de que la oposición, con la ayuda de América, pudiera detenerlos.Al fabricar su argumento, la izquierda también obvia el hecho histórico trascendental de que la victoria de los mujahidínes, hecha posible por la entrega de misiles por parte de América, no sólo derrotó al Ejército Rojo, sino que accionó la cadena de sucesos que llevaron a la caída del imperio marxista. En otras palabras, el apoyo norteamericano a los mujahidínes liberó eventualmente a un billón de personas al que los camaradas soviéticos de los izquierdistas norteamericanos y europeos habían esclavizado durante 50 y 70 años.
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