jueves, septiembre 22, 2005

MENOS MAL que es el paraíso de los trabajadores:
A principios de los años ochenta, el Ministerio de Salud Pública de la isla dio a conocer que la tasa de suicidio en Cuba había rebasado los 20 por cada 100.000 habitantes. Aquellas cifras revelaban que, en menos de una década, el índice de muertes por esa causa se había duplicado -en 1969 sólo morían así 8 entre 100.000- y que Cuba no era uno de los países latinoamericanos donde más personas se mataban al año, sino la nación con más suicidios per cápita del hemisferio occidental. Los cubanos, según esa estadística infernal, se mataban más que los norteamericanos y que la mayoría de los europeos, los asiáticos y los africanos. La isla caribeña se acercaba a las tasas de suicidio de países nórdicos como Dinamarca, Finlandia y Suecia, y de algunos de sus aliados en Europa del Este como Hungría, Rusia y las repúblicas del Báltico.

Un estudio realizado a mediados de los noventa, en Miami, por Maida Donate y Zoila Macías, dos antiguas investigadoras del Ministerio de Salud Pública, cuestionaba las estadísticas dadas a conocer por la Organización Mundial de la Salud, en 1995 y 1996, según las cuales, el Gobierno cubano había logrado contener aquella tendencia creciente con tasas de alrededor de 2.000 suicidas al año. Según estas estudiosas, a mediados de la pasada década, el índice de suicidios debió estar cercano a los 30 por cada 100.000, manteniendo a Cuba entre las cinco naciones más suicidas del mundo. Donate y Macías, sin embargo, demostraban que esa tendencia, acentuada entre los habitantes de la isla, también caracterizaba a los cubanos de Miami, cuyas tasas de suicidio eran superiores a las de otras comunidades hispanas en Estados Unidos.
(via Hispalibertas)