lunes, septiembre 12, 2005

SE EXTIENDE la maldición de las Azores y de las que apoyaron al trío asesino; ahora es Koizumi quien acaba de conseguir una victoria histórica en las elecciones que se celebraron ayer en Japón. Ya son seis los países en los que los electores han castigado a los protagonistas de la guerra de las cuatro íes con una sonora victoria. De hecho, ha ocurrido en todos los países menos uno: España.

Como Emilio Alonso comenta atinadamente, fue en España donde tuvo lugar un atentado bestial tan sólo tres días antes de que tocara acudir a las urnas y provocando un vuelco electoral. Cabe preguntarse entonces por qué fue este país la diana, si los otros países también tenían a su población en contra del apoyo que sus respectivos gobiernos prestaban a la guerra y si, al fin y al cabo, su contribución a la misma era infinitamente más significativa, incluso en términos relativos.

Y la respuesta a esa pregunta no me gusta nada. Por supuesto, los asesinos del 11-M pudieron actuar en Madrid igual que aquél que explicaba por qué había subido al Everest: "porque está ahí". Es decir, pudo tratarse de un objetivo de oportunidad. El problema es que con el vuelco electoral, y mucho más importante, con la retirada de las tropas de Iraq antes de lo anunciado en la campaña electoral (en la que se hablaba del 30 de junio si Ambiciones Unidas no tomaba el control), ya nunca sabremos si eso es así. Y aún peor, todo ello abre una puerta mental a pensar si el atentado se produjo en España porque es el único país en el que la oposición había prometido retirarse de Iraq en caso de vencer; ni en Australia, ni en Estados Unidos, ni en Dinamarca, ni en Italia, ni en el Reino Unido, ni ahora en Japón, cometer un atentado salvaje tenía el mismo sentido que en España. Los gloriosos muyaidines podían desde luego haber llegado a provocar un vuelco electoral en alguno de esos otros países si atestaban un golpe particularmente duro, pero tenían claro que jamás iban a precipitar una retirada de tropas o un giro estratégico de 180 grados en política exterior, por la sencilla razón de que las respectivas oposiciones habían manifestado claramente que no habría recompensa política para ellos.

Ya os dije que la respuesta no me gusta nada.

ACTUALIZACIÓN. Me corrijo: el desde ayer dimitido líder de la oposición por el PDJ sí había prometido el retorno de las tropas desde Iraq en caso de ganar. Eso sí, me hace gracia cómo lo cuenta el ABC:
Al igual que hiciera en su día José Luis Rodríguez Zapatero, el líder del opositor Partido Democrático de Japón (PDJ), Katsuya Okada, había asegurado que retiraría las tropas niponas de Irak si resultaba elegido primer ministro. Sin embargo, su promesa no le ha salido electoralmente tan rentable como al PSOE en España, puesto que la sociedad nipona acudió ayer a votar pensando más en sus bolsillos que en la política internacional de su país.
Otra vez esa quasi-paranormal capacidad que algunos parecen tener para de algún modo conectarse al cerebro de todos y cada uno de los japoneses para saber lo que piensan. Eso sí, si hubiese perdido Koizumi, seguro que los mismos votantes habrían decantado su voto exclusivamente en relación con Iraq.