domingo, enero 22, 2006

RAMÓN PÉREZ-MAURA:
El último mensaje atribuido a Osama bin Laden es uno de los más reveladores de entre la veintena de los que muchos le consideran autor desde el 11-S. La CIA se ha apresurado a ratificar su autenticidad -¿se habrá dado igual prisa Al Yasira en transmitírselo a la CIA para que lo analice?- Quienes desde hace años sostenemos que, con toda probabilidad, Bin Laden está muerto, no vemos en esta cinta indicios de supervivencia. En todo caso, la cinta debería ser atribuida a un grupo terrorista y más en concreto a quienes hoy gestionen la franquicia Al-Qaida. Entre sus objetivos, eso es seguro, estaba revivir el mito de que Bin laden está vivo después de más de un año sin un solo comunicado atribuido a él. Y la segunda razón apunta a la necesidad de empezar a concienciar a los seguidores de su lucha de que las cosas no van bien para los yihadistas en Irak.

Hace tiempo que nadie puede discutir que las principales víctimas de las acciones terroristas en Irak son los propios iraquíes, que no las fuerzas extranjeras. Hasta ahora, con los suníes ampliamente apartados del proceso político, podía haber una comunidad que simpatizara con esa barbarie. Pero con la incorporación de la mayoría de la comunidad suní al proceso democrático, los yihadistas serán vistos cada vez más como los enemigos a los que hay que batir. Y con toda probabilidad, cuando esos yihadistas se encuentren luchando sólo contra fuerzas iraquíes, descubrirán que éstas son bastante menos respetuosas con las reglas de la guerra que las fuerzas occidentales. El marqués de Queensbury no estuvo nunca en Bagdad.

Un tercer objetivo de la cinta probablemente sea fomentar la idea de que conviene retirarse de Irak ahora que hay una posibilidad de alto el fuego. Esperemos que no sean muchos los que den el más mínimo valor a la palabra de los terroristas. Y si se lo dan, que recuerden que en ese escenario el autor de la cinta podría reivindicar que fue Al-Qaida quien sacó a los occidentales de Irak.
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