lunes, marzo 13, 2006

SI EL ESTADO MAYOR de Saddam creía que el país disponía de armas de destrucción masiva, como se desprende de este artículo del New York Times de ayer, ¿es tan descabellado pensar que los servicios de inteligencia extranjeros también lo creyeran?
The Iraqi dictator was so secretive and kept information so compartmentalized that his top military leaders were stunned when he told them three months before the war that he had no weapons of mass destruction, and they were demoralized because they had counted on hidden stocks of poison gas or germ weapons for the nation's defense.
Lo curioso es que el artículo, en su tesis, plantea dos problemas para los noalaguerra: el primero, que queriendo demostrar que Saddam no disponía de armas de destrucción masiva ("si las hubiera tenido, ¿créeis que les diria lo contrario nada menos que a sus propios generales?") lo que hacen es demostrar que tenía todo el sentido del mundo que , Blé, Ansar y demás asesinos (y por supuesto, el resto de países occidentales, e incluso personajes como Zapatero) creyeran que el tiíto Saddam sí disponía de ADM.

El segundo problema es que, como El País con las informaciones del 11-M que le incomodan, pasan olímpicamente de una serie de elementos que les rompen el esquema previo. No es que los comenten y los intenten rebatir con argumentos más o menos afortunados; es que directamente se tapan los oídos y cantan "na-na-na-no-te-oigo-por-más-que-hables". Lo malo es que al taparse ellos los oídos nos están intentando tapar los ojos a todos los demás. Porque aun si fuera cierto que Saddam no tenía armas prohibidas a punto de disparar en el momento de la invasión, y que fuera falso aquello que cada vez lo parece menos -que las transportó a Siria justo antes de la guerra-, lo que sí está claro es que ahora ya tenemos pruebas de que tenía intención de fabricarlas tan pronto como le fuera posible. No hay más que ver lo que se hizo público en la Intelligence Summit (ver post anteriores de este blog, y también el especial WMD Files en Pajamas Media), o lo que escribe hoy Rowan Scarborough:
Audiotapes of Saddam Hussein and his aides underscore the Bush administration's argument that Baghdad was determined to rebuild its arsenal of weapons of mass destruction once the international community had tired of inspections and left the Iraqi dictator alone.

In addition to the captured tapes, U.S. officials are analyzing thousands of pages of newly translated Iraqi documents that tell of Saddam seeking uranium from Africa in the mid-1990s.

The documents also speak of burying prohibited missiles, according to a government official familiar with the declassification process.