FORGES DEMUESTRA una vez más por qué no es más que una pálida sombra de aquél genial humorista que todos recordamos hace unas décadas:
Se puede pensar lo que se quiera de la calidad periodística de ciertos programas informativos radiofónicos, pero es absurdo equiparar una retórica, incendiaria si se quiere -aunque no mucho más que la de muchos micrófonos de los amigos de Forges, durante la guerra de Iraq y no digamos el 12 y 13 de marzo-, a acciones incendiarias de verdad. Hay quien no parece distinguir entre palabras y hechos. O sí, cuando les interesa.
Por cierto, ¿a cuántos bebés ha intoxicado con el humo, cuántas familias ha desalojado por un incendio, cuántos negocios ha arruinado el micrófono de Losantos (porque está claro que el chiste va por él)?
ACTUALIZACIÓN. Je.
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