SINCERAMENTE, no acabo de entender el entusiasmo paleto que ha despertado la memez del cohete Ariane apadrinado por Barcelona. No sé cuánto ha costado y no me apetece buscarlo, pero siempre será demasiado por el dudoso honor de tener una pegatina en el morro de la propulsión, que ha explotado a los tres minutos del despegue, si no recuerdo mal.
"Barcelona se propulsa" y, lo que es más gracioso, "Barcelona se sitúa en el mapa aeroespacial europeo", trompetea La Vanguardia, todo por una calcomanía que nadie, salvo círculos oficiales y adyacentes -es decir los medios de comunicación dispuestos a trabajar por la causa-, conoce.
¿Adivináis las referencias que hay sobre tan trascendental asunto en la prensa internacional? Mirad, mirad.
¿Nos devolverán el dinero que -no lo olvidemos- ha salido de nuestros bolsillos?
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