domingo, marzo 04, 2007

PEDRO NUENO ha estado hace un par de semanas dando unas conferencias en Wharton, y cuenta (requiere suscripción):

Nevaba en Filadelfia; las calles estaban hechas un desastre. Hacía tanto frío que la nieve se helaba en el suelo formando en seguida una capa dura y resbaladiza. Los coches iban haciendo eses. Los periódicos eran lo único que iba caliente en la ciudad, poniendo al alcalde de pasota por no limpiar aquello. He traído ejemplares para repartir que muestran una técnica fenomenal para triturar a un alcalde a base de entrevistar a taxistas. Esto no pasaría en Barcelona, estoy seguro. Aquí el alcalde cae bien, por lo que oigo, aunque me dicen que tiene algún compañero o compañera de viaje que no da la talla. El frío y la nieve no sólo azotaban Filadelfia sino una zona amplia de Estados Unidos. Los aeropuertos, medio cerrados incluso en Nueva York. Empecé diciéndoles que a quien deberían haber invitado era a Al Gore para que les explicase lo del calentamiento del planeta. Me miraron con rabia. Precisamente la revista Philadelphia de febrero traía un artículo anti-Gore de uno de los profesores más famosos allí. Aquel trozo del planeta estaba bajo fríos históricos. Filadelfia está llena de refinerías y de industria. Mira que llega a ser bonita una refinería: aquellos depósitos, aquellas torres llenas de tubos, aquellas humaredas cambiando de formas en el cielo, toda la tecnología que hay encerrada, la riqueza que crea... No sé qué mentalidad hay que tener para preferir ver un bosque prehistórico. Es evidente que a Al Gore le va mejor predicar el calentamiento en zonas habitualmente cálidas como es el Mediterráneo, donde además se come mejor y los gurús y los payasos americanos se pagan bien.
Je.