MÀRIUS CAROL:
Cada día lee uno en el diario dislates que no alcanza a comprender. En los últimos días hemos conocido que el Govern aplica una ley de maltrato a los animales por cocer un bogavante vivo en un escenario teatral, que la patronal ha reprendido a la consellera de Treball por un cartel de denuncia de los accidentes laborales en el que se ve una morgue, que la Federación de Consumidores ha pedido la prohibición de un anuncio por presentar a las cubanas como mulatas en bikini o que los médicos han instado al ministerio a que se declaren no aptas las películas en las que aparezca alguien fumando. Así que podríamos concluir que cada vez son más quienes gustan de matar las moscas a cañonazos, conseguir la paz a pellizcos e imponer la razón desvariando.
Es como si aquellos que aspiran a liderar nuestro mundo más próximo, desde los sillones del poder o desde los sofás de la sociedad civil, consideraran que los ciudadanos somos peterpanes que no distinguimos entre un invertebrado o un mamífero, entre una denuncia o un abrazo, entre un guiño o una legaña o entre Bogart y el enfisema. A todos nos debería preocupar más que se descubra que alguien ha muerto cuando se le ha subastado la casa por impago de la hipoteca que un bogavanticidio,que no se reaccione a los 30.000 accidentes laborales al año en la construcción y sí a un cartel que lo recuerda, que Cuba siga teniendo más presos políticos en la cárcel que mulatas en la playa o que preocupe un actor con un cigarrillo por encima de los médicos fumadores.
Hemos de pasar del discurso del buenismo a la cultura de la responsabilidad y de los políticos naif a los dirigentes audaces. Pero de momento habrá que esperar: la última guinda de la campaña municipal ha sido los condones que reparte CiU para prevenir el virus del tripartito y la respuesta socialista de que las propuestas nacionalistas son un gatillazo.
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