UN ESTUDIO CIENTÍFICO mal realizado provocó un efecto cascada en el que, primero, ningún especialista tenía valor de dar una opinión contraria y, después, los pocos que lo hacían eran condenados al más absoluto ostracismo, acusados de haberse vendido a las compañías del sector. Existía un consenso científico absoluto, fuera de toda duda.
¿Estoy hablando del calentamiento global? No, ahora no: estoy hablando de estudios de hace 50 años que vincularon las dietas ricas en grasas con el riesgo de enfermedades cardíacas. Hoy se sabe que no existe esa vinculación (aunque algunos de los que leáis esto igual os sorprenda, porque se sigue repitiendo: ese es el problema de la propaganda). Igual que hoy con el calentamiento global, ese efecto cascada explica por qué hoy todo el mundo santifica a Al Gore igual que a final de los 50 hacían lo mismo con el Dr. Koop, cirujano general de EEUU (el equivalente a nuestro ministro de sanidad) por una teoría que al final se demostró falsa. No os perdáis el artículo del enlace, fascinante.
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