domingo, abril 06, 2008

YO NO SÉ por qué acompañan a alguien en una gira electoral si lo odian tanto:
Con los dos brazos levantados a media altura para que el detector de metales pueda recorrer su cuerpo antes de emprender la escalerilla del avión, John McCain tiene un aire vulgar, casi ridículo. Las heridas sufridas durante su cautiverio en Vietnam le impidieron la plena movilidad de los hombros y le confirieron para siempre una pose ligeramente cómica que ya forma parte de su personalidad. Recostado, después, en su asiento, luchando con una bolsa de patatas y resoplando por encontrar hueco para el equipaje de mano, el respetado héroe nacional se hace carne y el viejo John, en mangas de camisa, surge con toda su mundana naturalidad.
Lo que sigue tiene la misma mala leche.

Por cierto, ya he vuelto...