lunes, julio 28, 2008

LA PRENSA española empieza a despertar de la obnubilación. Para muestra, un botón, Joaquín Luna en La Vanguardia de hoy (requiere suscirpción):
Barack Obama se ha equivocado con el mitin de Berlín, el jueves, el único de una gira por Asia y Europa finalizada en Londres el sábado.

Barack Obama quiso dirigirse a Berlín, a Europa, desde la puerta de Brandemburgo y tuvo que conformarse con la columna de la Victoria, pas mal,gracias, muchas gracias, al veto de la canciller Merkel, que se opuso sensatamente - cualidad muy merkeliana- a la devaluación de un símbolo universal para beneficio de un candidato que ni siquiera ha pasado por la convención de su partido.

¿Recuerdan a John Kerry? Cuatro años atrás, la mayoría de los europeos apostaba por el senador frente al presidente Bush, convencidos de que sólo un electorado de necios podía elegir al segundo. Los europeos estamos muy pagados de nosotros mismos a la hora de elegirles presidente a los norteamericanos y somos siempre grandes idealistas, virtud poco practicada en el patio propio, donde nadie se plantea la conveniencia de un líder negro, musulmán o turco en Gran Bretaña, Francia o Alemania, a pesar del peso respectivo de estas minorías. Los estadounidenses reeligieron a Bush en el 2004, como cuatro años antes frente a un líder tan sólido como Al Gore. Lástima que la maquinaria republicana de Florida le impidió ganar la Casa Blanca, como tampoco le ayudaron la hipoteca (más que el legado) de Bill Clinton o la derrota electoral en Tennessee, su estado natal, descuido que al final del camino le costó la presidencia. Pero volvamos a John Kerry. ¿Sabían que pasó varios años de su infancia en Francia y que su madre es francesa? Fue un detalle celosamente guardado por el candidato demócrata, que ni siquiera se dirigió en esta lengua a los periodistas del Hexágono que le entrevistaron durante la campaña.
Y esto:
La adhesión de Berlín a Obama fue incondicional. Tan incondicional, que
recordaba a esas colas que se forman para comprar a medianoche la
última entrega de Harry Potter o de La guerra de las galaxias a pesar
de una espera que días más tarde ya no existirá.

Ay.