martes, diciembre 30, 2008

ESTE ÚLTIMO par de días se oye a mucha gente por aquí sorprendida por el silencio del Mesías sobre la crisis de Gaza. Como puede estar Obama tan callado sobre el tema, y qué dirá cuando hable, se preguntan.

Pero casi mejor que no hable, porque a esta gente le puede dar una apoplejía: lo que dirá, si lo dice, será todo lo contrario de lo que esperan:
When President-elect Barack Obama went to Israel in July — to the very town, in fact, whose repeated shelling culminated in this weekend’s new fighting in Gaza — he all but endorsed the punishing Israeli attacks now unfolding.

“If somebody was sending rockets into my house, where my two daughters sleep at night, I’m going to do everything in my power to stop that,” he told reporters in Sderot, a small city on the edge of Gaza that has been hit repeatedly by rocket fire. “And I would expect Israelis to do the same thing.”
Si es que todo el mundo, incluidos los enteraos de aquí, haría lo mismo si los 50 o 70 petardos al día les estuvieran cayendo en sus cocorotas durante años. Pero claro, como esto les queda lejos, y encima son judíos, pues que les dén...

ACTUALIZACIÓN. Hermann Tertsch, soberbio:
YA se ha producido la tan temida como previsible catástrofe. Después de la ruptura unilateral de la tregua por parte de Hamás y sus continuos ataques con cohetes y morteros contra el territorio meridional israelí, tras una larga serie de advertencias a las autoridades de la Franja de Gaza para que pusieran fin a los ataques terroristas, el presidente israelí, Simon Peres pidió hace días encarecidamente a la población de Gaza que impidiera a los terroristas provocar la situación que lo hiciera inevitable. Al final, Israel ha tenido que responder. Y lo ha hecho con contundencia. Ha destruido prácticamente todos los edificios de la policía y las milicias de Hamás, depósitos y túneles por los que se introducen en Gaza las armas. Por supuesto que ha habido víctimas civiles. Porque muchos de los arsenales están en sótanos de casas de miembros y líderes de Hamás. Porque todo el terrorismo islamista se arropa en civiles, cuyas muertes para ellos son una bandera. Pero quien vea el mapa de las operaciones realizadas sabe que el esfuerzo de las fuerzas israelíes por evitar víctimas civiles palestinas es tan denodado como el habitual de los terroristas de Hamás por matar al mayor número de civiles israelíes. Sólo la ignorancia, la mala fe y la militancia antiisraelí de los medios de comunicación -en nuestro país ya grotescos- pueden inducir a hablar, como se ha hecho, de «ataques masivos». Quien conozca un poco Gaza, una de las regiones más superpobladas del mundo, sabe que un ataque «masivo» habría provocado muchos miles de víctimas. Y no 280, en su mayoría hombres adultos y en gran parte uniformados.
Pero esto da igual no sólo a los medios de comunicación, también a las organizaciones políticas o humanitarias y a tantos políticos de derechas e izquierdas, a los que tan fácil les resulta condenar un bombardeo ante la opinión pública.

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