UNA DESTACABLE empanada con los conceptos de libertad positiva y negativa es lo que tiene Oriol Pi de Cabanyes, a juzgar por lo que escribe hoy (req. reg):
Se ha anunciado un documento de bases para una ley del Cine que tendría que aprobar el Parlament en uso de sus competencias y ya se ha armado el gran revuelo. Tampoco esta vez han faltado tramposos defensores de una libertad sin límites que han tildado la pretensión gubernamental de "intervencionista".
Tiempo atrás, también hubo quien, en un alarde de sutileza intelectual digna de mejor causa, reaccionó contra la posibilidad que en una ley, curiosamente de parecida naturaleza, se contemplaran cuotas y sanciones. Y lo más sorprendente del caso es que el falaz argumento se proclamó hasta en sede parlamentaria.
¿Habrá que repetir que toda ley, en cuanto obliga, restringe y acota? Isaiah Berlin, cuyo centenario conmemoramos, acertó a distinguir entre "libertad positiva" y "libertad negativa". La libertad positiva es perfecta, en teoría. Pero la libertad negativa tiene que ver con los obstáculos que uno se encuentra, por ejemplo como ciudadano que quisiera poder disponer de una oferta paritaria de cine en catalán.
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