ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO con José Antonio Marina: habría que enseñar a los adolescentes a beber en casa.
No hay más que mirar atrás y darse cuenta de que los problemas con el abuso descontrolado del alcohol por los jóvenes empezó cuando, a imitación de lo que pasa en Estados Unidos (con lo antiamericanos que somos) empezó a verse como un pecado mortal, como un maltrato igual que si se les apagara un cigarrillo en al brazo, el que los adolescentes tomasen ni siquiera un sorbo de vino rebajado en agua durante las celebraciones familiares. Antes, era algo rutinario, y los niños descubríamos los efectos, y los límites. Ahora los dejamos en una burbuja que luego rompen con ganas. La atracción de lo prohibido en acción.
No hay más que mirar atrás y darse cuenta de que los problemas con el abuso descontrolado del alcohol por los jóvenes empezó cuando, a imitación de lo que pasa en Estados Unidos (con lo antiamericanos que somos) empezó a verse como un pecado mortal, como un maltrato igual que si se les apagara un cigarrillo en al brazo, el que los adolescentes tomasen ni siquiera un sorbo de vino rebajado en agua durante las celebraciones familiares. Antes, era algo rutinario, y los niños descubríamos los efectos, y los límites. Ahora los dejamos en una burbuja que luego rompen con ganas. La atracción de lo prohibido en acción.
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