martes, abril 28, 2009

LO QUE ZAPATERO DECÍA sobre el sometimiento de España a Estados Unidos, hace tan sólo un par de años, convierte su obamismo en algo todavía más ridículo:
“Y la segunda (percha de refundación ideológica de la derecha) es típica del nacionalismo español, típica. Es lo que yo llamo el complejo retardado del nacionalismo español. Es agarrarse, para salir del rincón de la historia, sometiéndote (sic). [Risas.] Al imperio americano. [Más risas.]

Lo cual es increíble, porque están todos los complejos: “Hay un cambio en el viento de la historia, sopla en una dirección, y el que no vaya detrás de Estados Unidos no pinta nada”.

Es la condensación de todos los complejos ideológicos de la derecha. Es una derrota total, una entrega total del país, pero vestido de patriotismo. Es lo más contradictorio. Es lo más antipatriota.

Porque un patriota, en el mejor sentido de la palabra, es alguien que tiene un proyecto de país, propio, que cree identidad, que dé perfiles, que ponga en valor lo propio.

Pero oiga, someterse a Estados Unidos no es el lugar de España. Si España no es Gran Bretaña. Es que España no se va a reencontrar nunca siendo Gran Bretaña. Es que Gran Bretaña es Gran Bretaña, y aun con un Gobierno laborista juega ese papel con Estados Unidos, pero España no es Gran Bretaña.

De hecho, de Gran Bretaña, nos ha separado casi todo a lo largo de la Historia. No tiene nada que ver con nosotros, oiga.”

(Suso de Toro: "Madera de Zapatero. Retrato de un presidente". RBA Libros S.A. Barcelona, 2007. Págs. 157 y 158)
No estoy muy seguro de que se le pueda reprochar la incoherencia, sin embargo. Más bien se trata de que Zapatero, que es un táctico y no un estratega, afronta cada momento como si no hubiera pasado ni hubiera futuro. Se dedica -y en todos los temas, no sólo en este- a encarar la cuestión de forma inmediata, no como los buenos jugadores de ajedrez que son capaces de 'ver' varias jugadas por delante. Apaga un fuego un día con el agua que le quita a otro a quien, cuando más tarde se queja, le da un extintor que, a su vez, le ha tomado prestado a otro a quien, para compensar, le da una manta mojada y le explica cómo apagar las llamas; una manta que ha arrebatado a alguien que se queda desabrigado, pero a quien le da una estufa para que se caliente. El problema es cuando esa estufa es la que causa el incendio que hay que apagar con ese agua que inicia el ciclo de nuevo.

Y así, parafraseando al gran Pirro, de solución en solución hasta el batacazo final.