IGUAL QUE EL FAMOSO "complejo militar-industrial" de los tiempos de la guerra fría, ahora está emergiendo un "complejo ecológico-industrial", escribe Bjorn Lomborg. Se trata de un conjunto de empresas que, al tiempo que elevan la alarma por el calentamiento global, pretenden que los poderes públicos emprendan vastísimas inversiones con dinero público para evitar un supuesto desastre, y lo hagan "antes de que sea demasiado tarde". Naturalmente, ellos son los beneficiados de tanta generosidad. Organizan y financian conferencias sobre el calentamiento global, como la de Copenhague, con asistencia de Al Gore y otras luminarias pero sin ninguna voz escéptica. Como observa Lomborg acertadamente, habría un clamor -y sería justificado- si las grandes empresas petroleras organizaran una multitudinaria conferencia sobre el cambio climático e invitaran solamente a los que lo niegan. Nunca lo han hecho, pero ahora ocurre en el otro lado del espectro. Y no sólo nadie dice nada, sino que la semana que viene veremos titular tras titular de prensa retransmitiendo las conclusiones del conciliábulo como si viniese de una fuente objetiva y desinteresada.
Leedlo entero, y recordadlo cuando algún eco-condríaco berree eso de que "los negacionistas están financiados por Exxon".
Leedlo entero, y recordadlo cuando algún eco-condríaco berree eso de que "los negacionistas están financiados por Exxon".
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