martes, diciembre 21, 2010

TENÍA QUE PASAR: Julian Assange arremete contra todo lo que se mueve, contra amigos y enemigos. Es lo que tiene creerse el ombligo del mundo. Por cierto que en la foto de portada de El País de ayer pintaba un poco guarrillo, ¿no? Mirad qué manos, y qué uñas (clicad para ampliar, pero aviso que da un poco de grima):


¿Qué pasa, que en la mansión en la que vive desde que salió de la cárcel no hay ducha? ¿Ni siquiera lavabo con un cepillito de esos de quitarse la mugre?

Me ha hecho recordar la famosa anécdota (probablemente falsa) sobre Picasso: un día, estando en la playa, se le acercó un matrimonio con su hijo de corta edad, y le pidieron que dibujara algo en la piel del pecho de éste. Picasso accedió, y cuando se fueron comentó: "Pobre niño, no lo van a bañar en semanas". Quizás Assange no ha querido lavarse desde que sus manos tocaron a las suecas... en agosto.

Y perdón por la imagen mental que acabo de plantar en vuestras cabezas.