LEOPOLDO ABADÍA:
A veces me dan ataques de optimismo. Ahora, no sé si es porque barrunto la primavera o porque me ha subido un poco la tensión, que suelo tenerla muy baja, estoy contento.
La Unión Europea es una bendición divina. Como le han salido hijos descarriados, la familia europea nos vigila, para que no nos descarriemos. Mejor dicho, para que no nos sigamos descarriando. ¡Qué suerte tener un padre (más exacto, una madre, porque la señora Merkel es toda una madre) que vela por nosotros y nos va diciendo: “por aquí sí, por aquí, no”!
Otra bendición es la flexibilidad de cerebro y cintura de nuestro ex Presidente. Desde que no manda, D. José Luis tiene la cabeza más centrada y está dispuesto a decir blanco cuando ayer decía negro. Me diréis que eso lo ha hecho siempre, pero ahora me gusta más. Quizá es que ha aprendido a poner cara de estadista, pero, cuando dice algunas cosas, pienso: “¡sí, señor!”
Lo que me preocupa es que, como siga así, igual van y le votan. (Iba a poner que igual voy y le voto, pero no lo pongo, porque eso, ni jarto de vino, como dice mi amigo Alberto.)
<< Home