Rajoy tiene el aval de los españoles para tomar las decisiones que juzgue oportunas. No puede hacer lo que le venga en gana sin tener en cuenta a los líderes del mundo libre: nadie puede hacerlo en el contexto de un mundo globalizado. Pero tiene la legitimidad que le dan los votos de tantos millones de españoles para abordar la crisis a su manera, con su estilo y sus recetas.
Es alucinante que la izquierda, después de la dramática situación que nos ha dejado, se atreva todavía a dar lecciones y se presente como la protectora del bienestar social, cuando en realidad ella se lo ha cargado con su irresponsabilidad y sus excesos. Toda la austeridad que tenga que imponer Rajoy se deberá a la frivolidad socialista y a la bancarrota que Zapatero ha causado.
Lo que está en crisis no es el capitalismo, ni el mercado, ni la imprescindible libertad de comercio. Lo que está en crisis, lo que nos ha hundido en esta crisis, es el intervencionismo atroz, el acostumbrar a tanta gente a vivir -y vivir muy bien- sin tener apenas que trabajar. Lo que está en crisis, y lo que ha provocado la crisis, es la subvención, el subsidio, que la demagogia de los derechos adquiridos haya sustituido a la moral del deber fundamental en que toda vida y toda integridad tendrían que basarse.
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