QUE se lo pregunten a Bibiana Aído, a Pepe Blanco, o a Leire Pajín:
Las decisiones gratuitas y los gestos altruistas no han estado nunca de moda y menos ahora en estos tiempos de crisis. Sin embargo, varios de los cargos políticos que ha ido nombrando Mariano Rajoy han dejado atrás un estatus profesional que, sin duda, era mucho más rentable que ser ministro. Los miembros del Gobierno tienen un sueldo bruto anual que ronda los 70.000 euros, mientras que el Presidente no supera los 80.000, de acuerdo con los últimos datos oficiales. Unas cifras muy altas para la ciudanía, pero no para algunas personas recientemente nombradas para cargos políticos que multiplicaban incluso por 10 sus ganancias anteriormente, con posibilidad de crecimiento en el tiempo, además, y ahora van a desempeñar puestos sujetos al escrutinio público (o sea, a la crítica) por menos de 4.000 euros al mes. Todos son opositores de éxito (requisito indispensable para Rajoy, sin duda, que quiere situarse en las antípodas de los nombramientos exóticos de Zapatero) que ahora dejan sus lucrativas actividades para marcharse a la política en un momento de máxima crisis. ¿Patriotismo, vocación de servicio... ambición a medio plazo?
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