NO SERÍA MALA IDEA que los muchachos de El País leyesen su propio periódico de vez en cuando, porque aparentemente no lo hacen. Hoy hacen un alegato contra un "término muy alemán", la devaluación interna, "que viene a ser una especie de varita mágica: a través de un feroz recorte de precios, costes y salarios, el sur de Europa debería recuperar la competitividad perdida". El artículo continúa con declaraciones de personajes del entorno de Merkel, esa bruja que se nos quiere comer como si fuésemos Hansel y Gretel. "Los números recogen fielmente esa política de inspiración alemana, muy dolorosa y terriblemente difícil de lograr, a la vista de los numerosísimos fracasos cosechados en el último siglo", dicen.
Lo que el artículo "olvida" es que esa receta, la del recorte de salarios para aumentar la productividad (la devaluación interna sería la única alternativa dada la imposibilidad de devaluar la moneda) es la que lleva diciendo un columnista económico, nada alemán y muy americano, estrella del propio diario, musa de los anti-neo-liberales-salvajes y feroz crítico de Merkel y su estrategia en Europa: nada menos que el Nobel de economía Paul Krugman. Lo lleva diciendo desde hace tres años y lo ha ido explicando en varios artículos. Es una tesis que todo el mundo que sigue este tema conoce. O debería conocer.
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