Y AHORA el escandalazo que lo será menos porque es Obama y no Bush, ni siquiera Nixon: los teléfonos profesionales y personales de unos 100 periodistas de la agencia AP fueron pinchados en secreto por el gobierno de Obama (que como se sabe es totalmente distinto a ese fascista de Bú) para averiguar el origen de una filtración que dio origen a esta información, según ha admitido el propio Departamento de Justicia.
Al lado de esto, Watergate queda como un jueo de niños.
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