miércoles, octubre 16, 2013

DANIEL RODRÍGUEZ HERRERA sobre la calidad del cine español:

Debo decir que, después de años bastante poco estimulantes, que encima coincidieron en buena medida con la época de mayor compromiso con la izquierda, en los últimos tiempos el cine español ha remontado el vuelo. Ha acometido grandes proyectos, algunos de éxito y reconocimiento internacionales, y se ha centrado mucho más en el cine de género, durante tanto tiempo el gran olvidado. Buena parte de la culpa, sospecho, la tiene la reducción en las subvenciones y la obligación que tienen las grandes cadenas de televisión de invertir un porcentaje de sus ingresos en películas. No es una medida que apoye, porque supone una redistribución forzosa de la televisión al cine, de un negocio de éxito que gusta a sus consumidores a otro que parece incapaz de hacerlo. Pero como las televisiones no quieren palmar pasta, se han cuidado muy mucho de financiar truños.

Sin embargo, pese a que ahora se hacen más películas al gusto del espectador palomitero, incluso del de gafapastas a quienes en el fondo no les gusta aburrirse, el prejuicio contra el cine español sigue muy vivo. La Academia de Cine reconoce que hay muchos que, "de forma visceral, que no racional", "desprecian y deslegitiman nuestro trabajo". Es cierto, el que ustedes se gasten nuestro dinero en rodar 200 películas al año que -muchas- ni se estrenan y luego encima nos insulten no implica necesariamente que sus obras sean malas. Pero parece que se olvidan siempre de que el cine es una industria especialmente sensible a los sentimientos de los espectadores.

Tengo un hermano que odia a Ed Harris, pese a reconocer que es buen actor, y aún más a Sam Neill. No existe ninguna buena razón para ello, pero aun así veo bastante difícil que se gaste un céntimo en ver una peli que los tenga en el reparto. Si durante años una parte considerable de la industria se ha dedicado a criticar las ideas de una parte considerable de su público, sin que nadie salga además a contradecirles, entra dentro de lo posible, incluso de lo razonable, que ese sector del público desarrolle rechazo "visceral" hacia ella. Si además la industria en cuestión fabrica bienes prescindibles y muy fácilmente sustituibles, peor me lo pones.

La mejor noticia para el cine español es que la mayoría no tengamos ni idea de qué ideas políticas tiene, por ejemplo, Juan Antonio Bayona.