MUY BIEN LLÀTZER MOIX: “Miedo al ridículo”
[S]ea cual sea su final, el proceso ya ha tenido efectos negativos. Por ejemplo, ahondar la brecha afectiva entre españoles y catalanes. Y no digamos la división entre catalanes, en términos ideológicos pero también generacionales, territoriales (Catalunya urbana frente a la rural) y de poder (instituciones representativas frente a formaciones asamblearias). Rematar estos estropicios con una frustración colectiva sería un ridículo mayor. Las grandes montañas paren a veces ratones ridículos, nos alertó Horacio.
El resultado del proceso es aún incierto. Pero hay signos que anuncian el ridículo. Tarradellas nos trataba de ciudadanos (personas responsables, con derechos y deberes) antes que de catalanes. Ahora nos venden sueños e ilusión, como si no razonáramos. En Escocia, donde también hay vía soberanista, Alex Salmond ha dado a sus ciudadanos un informe de 670 páginas sobre el futuro nacional. ¿Podríamos tener algo similar aquí? ¿O debemos fiar el voto a la ilusión?
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