viernes, marzo 28, 2014

HE PROBADO varios sistemas y técnicas de lectura rápida y estoy de acuerdo en que no funcionan. Te ayudan a leer de manera mucho más rápido, sí, pero de forma mecánica, con menos comprensión y retención, con lo cual haces un pan con unas tortas.

Lo malo es que en el proceso me acostumbré a leer rápido y tuve que empezar a hacer esfuerzos conscientes —aún los tengo que hacer en ocasiones— para frenar la velocidad de lectura. Y sobre todo, para ir haciendo breves pausas cuando algo me llama especialmente la atención para pensar sobre ello. No memorizarlo de carrerilla, sino simplemente reflexionar unos instantes. Eso hace no sólo que aumente la retención de lo leído sino además se disfrute muchísimo más : con obras de ficción, por el placer de la lectura en sí; con ensayos, porque realmente quieres aprovechar lo que e autor quiere explicar.

Y es que la famosa “lectura rápida” es, esencialmente, un mito.

En artículos en el ordenador ya es otra cosa: en mi experiencia se puede leer muy rápido pero no aumentando la velocidad sino aprendiendo a saltarse cosas: por ejemplo, el resto de un párrafo cuando se ha leído el principio y se capta que lo que va a seguir en él no va a interesar. Puedes equivocarte, pero asumo el riesgo, porque además siempre puedes volver atrás si cambias de opinión (ese es de hecho el gran problema de los nuevos sistemas de lectura rápida que te obligan a mirar en un punto fijo mientras hacen desfilar palabras una a una).