TRANQUILOS, ES DIFÍCIL QUE OCURRA:
La islamofobia de Donald Trump sitúa a su partido ante un dilema endemoniado. Sus rivales para la nominación republicana a las presidenciales de 2016 saben que, si callan ante su escalada xenófoba, le dan alas. Y si repudian a Trump abiertamente, se arriesgan a que rompa con ellos, se presente como candidato independiente, divida el voto conservador y dé la victoria a Hillary Clinton, favorita demócrata. La idea de impedir la entrada de musulmanes al país recoge apoyos entre unas bases asustadas ante nuevos ataques yihadistas en EE UU.La posibilidad de que Trump se presente como tercer candidato ciertamente haría imposible una victoria republicana, pero es algo que tiene bastante pocas posibilidades. Primero, porque una campaña electoral en EEUU es carísima, y pese a que ejerce de multimillonario lo cierto es que tiene bastante menos dinero del que presume. No está nada claro que se lo pueda permitir.
Y segundo porque dado el ego elefantiásico de Trump es más que dudoso que haga algo en lo que perdería: quedaría en tercera posición, fastidiando a los republicanos y dándole en bandeja la presidencia a Hillary Clinton, pero ni harto de vino ganaría él. Y no parece el tipo de persona que se meta en una aventura sabiendo seguro que la va a perder, tirando encima unos cuantos millones por el fregadero, para nada.
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