martes, junio 22, 2004

SOY CONSCIENTE de que últimamente, además de postear menos a menudo -debido a una mezcla de trabajo, tiempo dedicado a amigos de visita en la ciudad y obligaciones familiares, aunque espero que el ritmo se normalice pronto-, tiendo a escribir poco más que un muy breve comentario alrededor de un link a algún artículo especialmente destacable. Pero es que hay artículos que sólo se estropearían si aportara mi grano de arena, por modesto que fuera, y además la alternativa sería no señalarlos en absoluto; seguramente la mayoría de ellos ya los habréis visto porque estén en lugares que visitáis habitualmente, pero aún así prefiero no pasarlos por alto por si acaso.

Esto es lo que ocurre con el texto del discurso de Anne Bayefsky, ayer, en la sede de las Naciones Unidas durante un congreso sobre anti-semitismo (esa es la descripción oficial, aunque yo prefiero el término antijudaísmo).

No, el organismo-tótem no sale en absoluto bien parado, aunque no sé si servirá de mucho; por allí tienen mucha práctica de hacer oídos sordos en esta cuestión.

Leedlo de cabo a rabo.