martes, noviembre 02, 2004

RAMÓN PÉREZ-MAURA:
Simon & Garfunkel, tan populares a ambos lados del Atlántico, fueron notables protagonistas de los medios de comunicación en la campaña presidencial de 1972. Contra un Richard Nixon todavía no tiznado por el Watergate, el dúo melódico más célebre del último cuarto del siglo XX apoyó la campaña del demócrata George McGovern. Como Bruce Springsteen hogaño, acudieron en apoyo de su candidato en los Estados decisivos. Fue perfectamente inútil. Con el 60,7 por ciento de los votos, Nixon obtuvo una de las más contundentes victorias de la historia de la república norteamericana.
Como comenta a continuación, el país ha cambiado mucho desde entonces, pero también desde el año 2000 cuando tuvieron lugar los anteriores comicios.

Así que va a ser imposible saber qué va a ocurrir hoy hasta que se hayan escrutado los votos. Las encuestas, que siempre se han de coger con pinzas, en esta ocasión sirven todavía para mucho menos: nadie puede anticipar en qué se va a traducir esa participación muchísimo más elevado de lo habitual (hay lugares en que el voto anticipado asciende casi al mismo porcentaje de participación en las pasadas elecciones, y es indicativo que en todos estos días haya habido colas de varias horas para votar por adelantado). Hay quien cree que todos esos nuevos votantes van a provocar algo así como un 14-M yanqui, es decir, que se va a registrar un voto de descontento y un consiguiente vuelco. Pero también puede ser que los votantes republicanos se estén movilizando ante el riesgo de que se produzca ese vuelco.

En tanto no se despeje esta duda, todas las espadas seguirán en alto. Y eso sólo ocurrirá cuando se haga público el escrutinio.