BRILLANTE -como casi siempre- Pilar Rahola:
Un imán que reza con su gente un viernes en una mezquita, es un hombre que trabaja la trascendencia espiritual de forma colectiva. No solo no es una amenaza, sino que enriquece la pluralidad. Pero, contrariamente, un imán que, mientras reza con su gente, usa el nombre de Dios para destruir al sistema de libertades donde vive, es un militante y un ideólogo, en este caso de una ideología totalitaria. Ergo, es un enemigo. A partir de aquí, su mezquita ya no es un lugar de culto, sino un foco de reclutamiento, adiestramiento y lobotomización de ciudadanos. Como tal, la sociedad democrática tiene que detectarlo, neutralizarlo y defender a los ciudadanos de su trabajo destructivo. ¿Cuántos años hace que algunos avisamos en este sentido? ¿Tenemos que recordar que en mezquitas de Barcelona se reclutaban a ciudadanos para luchar en Afganistán a favor de Al Qaeda? ¿Recordamos que uno de los primeros que murieron en Iraq contra los aliados, era un ciudadano de Barcelona? No deja de ser fatigante, como mínimo para los que lo hemos escrito mucho y claro, contemplar la sorpresa general de nuestras sociedades por el hecho de que los terroristas ingleses hubieran nacido en Inglaterra. ¿Qué nos esperábamos? ¿De qué nos sorprendemos? ¿por qué teníamos que suponer que el integrismo islámico no reclutaría a su gente en el seno de nuestras sociedades, donde precisamente el sistema de libertades les garantiza una extraordinaria capacidad de movimientos? Aún peor, muy a menudo los forma, los prepara, les da la técnica y la capacidad e incluso los subvenciona. El asesino del cineasta Teo Van Gogh recibía subvenciones del gobierno holandés y en el juicio, mirando cara a cara a la madre de Teo, le espetó su desprecio: “no me das pena, porqué eres una infiel”.(gracias, Maty)
¿Cómo es posible que aún no lo veamos? Cuando oí al ministro del interior español, justo después de la petición de Blair de controlar a los imanes radicales, diciendo en gramática políticamente correcta que “esto no lo haremos en España porqué respetamos la libertad de culto”, tuve la impresión de ser gobernada por auténticos imbéciles. O, peor aún, por honestos ilusos, cuya ingenuidad nos va a resultar destructiva. Perdonen que caiga en la tentación de autocitarme, pero viene al caso. Como dije años ha, no hay peor ignorante, que un ignorante sincero. No, señor ministro, no. No se trata de libertad de culto, ni tiene nada que ver con ningún proceso romántico de emancipación de los pueblos, ni estamos ante libertadores generosos, cuya desesperación los lleva a entregar la vida. El asesino de Teo no luchaba por el hambre en Africa, ni debía saber que en Zimbabwe están destruyendo miles de casas en un proceso brutal e impune de represión generalizada. Los asesinos de Madrid no tenían como finalidad la liberación de ningún pueblo, sino muy al contrario, los movía la lucha por un régimen donde ninguna libertad fuera posible. Y, como resulta evidente, los terroristas de Al Zarqabi no luchan por la libertad de Iraq, sino para someter a su población a un régimen tiránico.
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