LA RECIENTE celebración de la fiesta nacional cubana tuvo lugar en un momento de creciente tensión y descontento, hasta el punto que ha provocado el cabreo de absolutamente todos, afirma Carlos Alberto Montaner:
El breve discurso de Castro (apenas cuatro implacables horas) en conmemoración de otro aniversario del asalto al cuartel Moncada, ocurrido el 26 de julio de 1953, ha logrado el extraño milagro de cabrear a todo el mundo: las representaciones extranjeras que esperaban, no se sabe por qué, una señal de tolerancia con la oposición democrática, los familiares de las víctimas del remolcador «13 de marzo», que soñaban con que el Comandante pidiera perdón por el asesinato de 37 personas cometido el 13 de julio de 1994 por la fuerzas de Seguridad, y hasta los miembros del aparato, condenados a estar en el recinto, a quienes se les había asegurado que sería un discurso de 45 minutos.Y sigue.
Pero quienes más disgustados quedaron fueron los venezolanos y los propios cubanos.
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