jueves, agosto 25, 2005

CHÚPATE ESA, GREENPEACE:
Ocurrió hace catorce años y fue el fin de todo un mundo, un auténtico desastre ecológico, cultural y humano: la muerte de las legendarias marismas del sur de Iraq. En 1991, tras la aplastada revuelta chií que siguió a la primera guerra del Golfo, Saddam Hussein inició el drenaje y desecado masivo de las marismas. Quería vengarse así de la incómoda minoría del sur y acabar con los cañaverales que supuestamente daban cobijo a los rebeldes. El rais construyó una treintena de presas en el Tigris y el Éufrates, destruyó los ecosistemas y redujo la superficie de las marismas: en los años setenta tenían 9.000 kilómetros cuadrados, y en el año 2003 -cuando Saddam cayó- ya sólo quedaban 760 kilómetros cuadrados.

Hoy, más de dos años después de la caída del rais, las marismas resucitan. Hace un año, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) lanzó la operación Eden Again antes de las evaporaciones de verano- llegaba a casi el 50 por ciento.

Los datos fueron hechos ayer públicos desde Tokio por Klaus Töpfer, el director del Pnuma. El proyecto ha costado 11 millones de dólares y ha sido financiado por Japón. Esta primera fase termina el próximo octubre, pero la ONU ya está estudiando su continuación y Tokio también se plantea desembolsar más dinero.

"La prueba de su rápida rehabilitación es un signo positivo no sólo para el medio ambiente y las poblaciones locales, sino que son una contribución a la paz y a la seguridad del pueblo iraquí y de la región", afirmó Töpfer. "Pero, aunque el retorno del agua es un buen augurio para las marismas iraquíes, su regeneración total costará varios años más", advirtió el director del programa.

Efectivamente, la complejidad de ese mundo acuático no es fácil de recuperar. Las marismas del sur de Iraq eran el ecosistema de agua dulce más grande de Oriente Medio y del oeste de Eurasia. Un punto crucial para aves migratorias, un gran refugio de especies en vías de extinción, una esencial y delicada del ecosistema marino del golfo Pérsico, una vegetación que filtraba y limpiaba de forma natural el agua de los habitantes de la zona, una peculiarísima cultura árabe del agua, con su elaborada arquitectura - también única- a base de cañas.
Podéis ver fotografías de cómo eran las marismas, y de cómo las dejó Saddam, alias el abuelito de Heidi.