¿HAY QUE PROHIBIR la tortura?, se pregunta Charles Krauthammer. ¿Siempre? ¿debe haber alguna excepción muy concreta a su prohibición, en casos de peligro inminente (la teoría de la "ticking bomb") o de presos en la cúpula de organizaciones terroristas que tuviesen información muy relevante sobre futuros ataques?
No estoy muy seguro de estar de acuerdo con él; posiblemente sí en el primer caso, no tanto en el segundo. Pero lo que sí está claro es que, aunque fuera cierto que la tortura no sirve porque no proporciona información fiable, como dicen muchos, lo que sí funciona es el miedo a ser torturado. Si se decreta una prohibición total -que además salvo que seamos ingenuos sabemos que sería infringida llegado el momento- se elimina ese incentivo a 'cantar' para evitar que se endurezcan las técnicas de interrogatorio. Por lo tanto se hace más probable tener que llegar a ese extremo.
Lo que no quiere decir que yo esté abogando por que se haga; estoy hablando ahora desde un punto de vista práctico, no moral.
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