sábado, febrero 11, 2006

XAVIER SALA I MARTÍN:
A raíz de la polémica, el presidente Rodríguez Zapatero ha escrito una carta, junto con el presidente turco, Erdogan, en la que, tras reconocer que la libertad de expresión es una de las piedras angulares de nuestro sistema democrático, dice que "no existen derechos... sin respeto por las sensibilidades diferentes" y que "es esencial que cultivemos los valores de respeto, tolerancia y coexistencia pacífica". ¡Qué bonito sería el mundo si todos tuviéramos respeto y tolerancia y coexistencia pacífica! Y si además todos lleváramos chirucas, nos cogiéramos de la mano formando gran círculo y cantáramos We are the world, we are the children todavía sería mejor. Pero la pregunta, señor presidente, no es si debemos respetarnos los unos a los otros - ¡naturalmente que debemos!-, sino qué se hace cuando un miembro de nuestra sociedad - por ejemplo, un periodista danés- decide libremente escribir o dibujar algo que no es respetuoso. ¿Se le castiga, sí o no? La única respuesta democrática debe ser que no..., por muy ofensivas que sean sus palabras o sus caricaturas. Y no sólo no lo debemos castigar, sino que debemos protegerle para que pueda seguir ofendiendo. Porque la libertad de expresión no se defiende protegiendo a quien dice cosas que nos gustan, sino a quien nos ofende.

Es más, para garantizar la libertad de expresión, los gobiernos occidentales - y el señor Zapatero preside uno de ellos- deben perseguir a todos los intolerantes que intentan impedir con amenazas que los ciudadanos se expresen con libertad, aunque con ello se cree más conflicto.
He resaltado en negrita allí donde está exactamente el quid del asunto; quienes encuentran ofensivas las viñetas y dicen defender la libertad de expresión habrían de ser precisamente los primeros en estar a favor de que se hayan publicado, y de que en el futuro se sigan publicando cosas del mismo tenor. Precisamente porque creen que son ofensivas.

En lugar de eso lo que están haciendo es pretender que la libertad de expresión debe ser limitada para que sólo pueda publicarse lo que a uno le gusta, o aquello con lo que está ya previamente de acuerdo. ¿Qué libertad de expresión es esa?

Tocqueville afirmaba que "para recolectar los bienes inestimables que nos aporta la libertad de prensa hay que aceptar los males inevitables que conlleva. Pretender obtener los unos evitando los otros es entregarse a una de las ilusiones que padecen las naciones enfermas".

Casi mejor vamos llamando a una ambulancia.