lunes, marzo 13, 2006

OTRA ANDANADA de Manuel Trallero -insisto para quienes no lo sepan; es hombre de izquierdas de toda la vida, y votante declarado del PSOE-:
La concesión del Premi Internacional Catalunya al obispo emérito de São Félix de Araguaia, en el Mato Grosso (Brasil), el catalán Pere Casaldàliga, es algo realmente extraordinario que se basa en un hecho incontrovertible: la distancia. La lejanía física tiene un valor añadido. En ocasiones es un agravante, es la causa de todos los males, y así, por ejemplo, el frío siempre tiene un origen remoto y lejano: siempre nos invade una ola de frío polar o de frío siberiano y nunca procedente del Montseny. El calor, por su parte, tiene que ser sahariano y no vale que sea de Centelles, pongamos por caso. Otras veces tiene un valor ambivalente, y así, mientras el Ayuntamiento de Barcelona anuncia que ha cerrado cinco establecimientos, cinco, en el Chinatown textil por presuntas irregularidades, la Generalitat comunica que va a abrir una oficina de turismo en Pekín para captar turistas chinos. Hay chinos buenos ricos - los de allá- y hay unos chinos malísimos inmigrantes - los de aquí-. Pero también puede ser un eximente. La señora vicepresidenta del Gobierno se ha ido a Kenia a disfrazarse de lavandera nativa - como lo hizo de chica Vogue- para celebrar el día internacional de la Mujer. Los indios del Mato Grosso tienen un atractivo indiscutible, el mismo que poseen los documentales de La 2; los magrebíes del Raval carecen de ello. La izquierda cura su mala conciencia echando mano del National Geographic y del exotismo; su solidaridad es siempre remota y lejana, teñida de cosmopolitismo internacional.
Como en ocasiones anteriores, intuyo que un buen samaritano colgará el texto en los comentarios para quienes no estéis registrados en La Vanguardia.