miércoles, mayo 31, 2006

LA ADICCIÓN A LA HEROÍNA es poco más que un mito romántico, y la perdurabilidad de ese mito tiene graves consecuencias sociales, escribe Theodore Dalrymple que, además de escritor, es médico.

ACTUALIZACIÓN. Reconozco que el argumento, francamente, me ha sorprendido, y si no hubiera venido de él y no hubiese sido publicado en el WSJ probablemente no habría hecho demasiado caso. No tengo elementos para discutirlo ni para corroborarlo; lo he posteado aquí para aportar un elemento a discutir entre quienes sí sepan de qué va el tema. En función de lo que he observado y leído anteriormente, parece claro que la heroína sí tiene unos efectos claramente nocivos. Tampoco Dalrymple lo niega, aunque afirmando que hace falta más de un año de consumo continuo para ello. Yo entiendo que su tesis principal es que afirmar que desde el principio un heroinómano queda irremisiblemente enganchado y por tanto es una víctima -a quien no hay que censurar en lugar de un sujeto que ha hecho una mera elección moral por la que se le puede criticar- es un mito. Y que en esos muchos primeros meses, y también después, el "desengancharse" es mucho más fácil de lo que nos venden muchos, empezando por las clínicas y centros de desintoxicación. Tiene su lógica.