viernes, julio 07, 2006

"NO SABE GANAR, ni sabe perder":
Andrés Manuel López Obrador no sabe ganar, peor aún menos sabe perder. Al hacer caso omiso del triunfo de Felipe Calderón, el candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) lanza dinamita contra las frágiles instituciones "mexicanas que hicieron posibles las elecciones más transparentes y equitativas de la historia de México. Los miedos que suscitaba López Obrador resultan ciertos, al mostrarse como un político bronco incapaz de aceptar una derrota.

A partir de medias verdades, de mentiras completas, calumnias y manipulación informativa, los estrategas del PRD echaron a andar un amplio plan para sembrar la duda sobre la eficacia y credibilidad del Instituto Federal Electoral (IFE). El analista Ricardo Alemán destaca en el diario El Universal que "asistimos a una bien diseñada estrategia de desprestigio de las instituciones electorales, impulsada por López Obrador, con la intención de reventar la elección".

Colaboradores de López Obrador que gritan "¡fraude!", como Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Socorro Díaz, José Guadarrama y Leonel Cota, entre otros, son los mismos que en 1988, cuando eran dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), orquestaron el pucherazo para imponer a Carlos Salinas en contra de Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD.

En un principio, no debería preocupar en exceso que un candidato utilice los recursos que marca la ley para defender su votación. Sin embargo, provocó inquietud la convocatoria de manifestaciones para presionar a los consejos electorales de distrito donde se cotejaban las actas y, más aún, la amenaza formulada por López Obrador de que la "estabilidad del país" dependía de que se volvieran a contar los votos. El objetivo no podía ser otro que amedrentar a los consejeros. "Muy mal precedente para quien quiere ser presidente. López Obrador debe entender que la ley y no la fuerza es la manera de pelear las causas en una sociedad democrática", señala la analista Denise Märker. han hecho declaraciones temerarias al comparar estos comicios con el fraude de Salinas en 1988. Ricardo Monreal, coordinador de Redes Ciudadanas del PRD, fue más lejos al señalar que los cotejos de actas en los distritos - el único medio legal que marca la ley para proclamar al ganador de la presidencia- "son una trampa en la que no vamos a caer". La descalificación del escrutinio se hizo de antemano porque López Obrador ya sabía que había perdido al sumar las actas de las urnas. El miércoles fue a dormir temprano, la sede de campaña del partido quedó semivacía porque ya conocían que el escrutinio les sería desfavorable.

El domingo se contaron los votos ante autoridades electorales, vecinos que por sorteo hicieron de funcionarios de mesa e interventores de los partidos. Cada uno se quedó con un acta firmada por todos. Nadie protestó ni impugnó las actas. Los observadores internacionales, incluidos los de la UEy del Congreso español, dijeron que la elección y el escrutinio habían sido modélicos. La ley establece que sólo se puede escrutar por segunda vez la urna cuando existe alguna evidencia contundente de una irregularidad.
Lo más relevante es que, en esta entrevista en TV antes de las elecciones, López Obrador se jactaba de que iba a aceptar el resultado aunque perdiera por un sólo voto porque -decía- él es un verdadero demócrata. Si, todo un demócrata está hecho.