domingo, diciembre 10, 2006

PARA REPLICAR A los que nos mostramos escépticos ante el mal llamado calentamiento global es conveniente ir más allá de buscar en del.icio.us en busca de ese par de bookmarks que tenemos guardados con un par de estudios mal elegidos que arrojar al contrario. Entre otras cosas porque existe el riesgo de que el argumento de autoridad se deshaga como un azucarillo: por poner un ejemplo, decir que la NASA ha refutado a los escépticos es cuando menos arriesgado si se cita un documento que aparece en una web de la organización, pero que está escrito por alguien que no trabaja en la ella sino que se autodefine como "auto-empleado" y, de hecho, es propietario de una consultora. Y que es citado aprobatoriamente por auténticas "luminarias científicas" como Erich Von Daniken, el de los OVNIS...

Mientras tanto, científicos que sí están en plantilla de la NASA opinan de manera muy distinta.

Por otro lado, desde nuestra posición también podemos enarbolar nuestro propio argumento de autoridad arrojando enlaces de instituciones igualmente respetables: ¿sirve uno de Harvard, la universidad de Delaware, la NASA otra vez, y la National Oceanic and Atmospheric Administration, que combina datos de más de 240 informes científicos? ¿Y uno de Dan Rothman, del MIT, que ha estudiado la concentración de CO2 en la atmósfera durante 500 millones de años? ¿Sirve que hasta James Hansen, el científico de la NASA del que se suele decir que es el "padre" de la teoría del calentamiento global, haya dicho (pdf) que los escenarios sobre el cambio climático que se suelen presentar son exagerados? ¿Sirve que haya habido científicos que han dimitido del IPCC (Panel Internacional sobre el Cambio Climático, que sirvió de base para el protocolo de Kyoto) acusando a sus colegas de partir de premisas preconcebidas y de politizar las conclusiones?

¿A dónde quiero llegar con esto? Pues simplemente a que, por mucho que se pretenda descalificar a los escépticos como paletos, somos paletos que estamos en extraordinaria buena compañía: la de cientos de científicos tanto o más cualificados que los catastrofistas "alertadores" del calentamiento global, y que trabajan en instituciones o universidades tanto o más prestigiosas. En ocasiones, en las mismas. ¿Conclusión? Que, en contra de lo que dicen nuestras queridas Cassandras, no existe el más mínimo consenso científico, por mucho que insistan algunos por el método expeditivo de acallar a quien piense distinto.