sábado, junio 23, 2007

GREGORIO MORÁN (req. suscr.):
Empezamos a tener un problema digno de los regímenes totalitarios, y es que el futuro siempre está ahí, impertérrito, esperándonos, pero el pasado no deja de cambiar. Cada aniversario, el pasado da una vuelta de tuerca y se convierte en otra cosa. Para nosotros cambia más el pasado que el presente. Por eso no estoy de acuerdo con la ley de la Memoria Histórica, porque es como dejar al Estado, o más precisamente, al gobierno de turno, véase Zapatero y sus muchachos hoy, mañana a Rajoy y los suyos, el establecimiento de una Memoria Histórica. No nos llamemos a engaño: la transición fue una agridulce derrota para los antifranquistas y una victoria delos franquistas que consideraban agotado el sistema, es decir, la inmensa mayoría, pero que no deseaban una ruptura. Y esa diferencia no es de matiz sino de concepción. ¿Cómo vamos a reivindicar ahora, treinta años después, el derecho a revisar el pasado? ¿Y que no perdimos, sino que fue una pausa? Eso se llama tocarle los cojones a la gente. No hay que olvidarse de nada, pero tampoco engañarse a uno mismo y pensar que porque se tiene la imprenta del Boletín Oficial y la bolsa del dinero podemos cambiar la historia. No hay ley de la Memoria Histórica que pueda borrar, recuperar, dignificar, subvencionar el dolor de una pelea perdida.