ESTA VEZ no ha sido un accidente: dos soldados españoles han muerto por una mina en Afganistán. He oído en televisión que la oposición está pidiendo que se celebre un funeral de Estado y, aún a riesgo de quedar como alguien insensible, tengo que decir que aunque se haya hecho en ocasiones anteriores, es un error. Y también lo sería ahora.
Es natural querer homenajear a los caídos, pero para eso están las medallas. Lo del funeral de estado es otra cosa. Ningún país maduro celebra funerales de estado por sus soldados muertos en una acción militar (de ahí vienen las críticas a Bush, por no ir a recibir los cuerpos de los fallecidos cuando regresan y tal). Celebrar un funeral de estado implica la presencia de autoridades y miembros del gobierno, especialmente del ministro de defensa, cuando no del máximo representante del ejecutivo. Si eso se hace en cada ocasión se está dando un incentivo perverso al enemigo para que incremente acciones letales con la esperanza de mantener ocupados a los del otro bando el mayor tiempo posible, distrayéndoles de lo que tienen que hacer, que es dirigir la estrategia militar.
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