SERGI PÀMIES -que, para quien no lo conozca, no es precisamente un fachorro despendolao- (requiere suscripción):
Si un extraterrestre medianamente inteligente llegó a la Tierra procedente de otra galaxia y vio la entrevista que Iñaki Gabilondo le hizo el jueves al presidente Rodríguez Zapatero (Cuatro), seguro que le sorprendió la seriedad - esta vez sin despistes microfónicos-del diálogo. Ambos, desde sus respectivas responsabilidades, dieron el pego y demostraron su pedagógica voluntad de aclarar dudas sobre la delicada situación económica, autonómica, social y educativa de España.Ouch.
Por desgracia, los que vimos la entrevista éramos terrícolas curtidos y encallecidos por el abuso de palabrería irresponsable. Es cierto que Zapatero dijo pocas barbaridades, pero, sea verdad o mentira lo que contó, estén justificados o no sus voluntariosos deseos de compensar las nefastas previsiones inmediatas con esperanzadoras expectativas a medio plazo (este será el discurso oficial de los próximos meses), resulta temerario creerlo. Y si consigues abstraerte de sus antecedentes y te concentras en su gestualidad - buscando en el lenguaje no verbal indicios de estadismo-,percibes convicción en su mirada y determinación en su tono, sí, pero sus extenuantes movimientos de mano, propios de un mimo con escasa imaginación, delatan su tendencia a propiciar más dudas que certezas.
Las características del presidente Zapatero no han cambiado, aunque la geometría de sus cejas se ha radicalizado hacia un cubismo abstracto. Su legítimo deseo de generar confianza, en cambio, se ve desmentido por las percepciones de los ciudadanos. Su capacidad para el énfasis sigue intacta, aunque lo que inicialmente parecía perseverancia y energía movilizadora se ha convertido en un empecinamiento que incluso el más primario de los extraterrestres interpretaría como cuento de la lechera.Lo dicho: ouch.
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