miércoles, febrero 04, 2009

CARLOS SÁNCHEZ:
El 24 de septiembre pasado, hace poco más de cuatro meses, el presidente del Gobierno pronunció en Nueva York  unas palabras irrepetibles. “España”, dijo a un selecto grupo de banqueros y hombres de negocios de EEUU, “recuperará pronto la senda de su crecimiento potencial”. Zapatero, animado por la valentía de su análisis -en ese momento todos los servicios de estudios auguraban un largo  periodo recesivo-, ofreció a sus invitados dos argumentos. En primer lugar, “las cuentas públicas están saneadas”. Y en segundo lugar, España “quizá cuenta con el sistema financiero más sólido de la comunidad internacional".

Como se sabe, el déficit público cerrará este año -en el mejor de los casos- por encima del 6% del Producto Interior Bruto. Y ni que decir tiene que la banca ha vivido tiempos mejores. Paradojas de la vida, ahora es el propio Zapatero quien acusa al solvente sistema financiero español de estrangular el crecimiento por no prestar dinero. Principalmente a las familias y las empresas, ya que las Administraciones Públicas están bien servidas. Hay escasa liquidez en el mercado, pero el poco dinero puesto a disposición de los agentes económicos se lo llevan los poderes públicos para cubrir el creciente déficit, lo cual no deja de ser llamativo en un contexto recesivo y de ridícula liquidez.
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