jueves, junio 03, 2010

HAY QUIEN PARECE encontrar placer en mostrarse deliberadamente obtuso. Por ejemplo Íñigo Sáenz de Ugarte, que escribe sobre la Flotilla de la Libertad:
Elementos básicos de la trama desvelada se contradicen mutuamente. Se dijo que los soldados no esperaban tener un recibimiento hostil. Se vieron sorprendidos cuando fueron atacados en la cubierta del barco y por tanto tuvieron que utilizar sus armas. Al mismo tiempo, se dice que los miembros de la flotilla no eran pacifistas, sino activistas violentos, fanáticos o simplemente "terroristas". Si lo segundo es cierto, lo primero no puede serlo. Y viceversa. A nadie puede sorprender que un terrorista reaccione de forma violenta. De hecho, es lo que se espera de ellos.
No se le ocurre que los israelíes podían esperar no tener un recibimiento hostil, creyendo que eran pacifistas. Y que se dieran cuenta de eran activista violentos cuando fueron recibidos con violencia. O sí se le ocurre, porque Sáenz de Ugarte no es precisamente tonto (aunque por cierto aún tiene que explicar esto).

De hecho es precisamente ese el gran error, lo lamentable de todo: los israelíes, con sus potentes servicios de inteligencia, tenían que haber sabido lo que les esperaba (al fin y al cabo lo estaban diciendo por televisión los días previos). Eso es lo que están criticando dentro de Israel tanto la izquierda como la derecha, y por eso tanta gente pide la cabeza del ministro de defensa Ehud Barak.