martes, junio 29, 2010

[Actualizado] ROGER SENSERRICH:
A efectos prácticos, los únicos catalanes que van a ver cambios reales derivados de esta sentencia son jueces y abogados, nadie más. La política lingüística queda intacta, las competencias en manos de la Generalitat no varían y el sistema de financiación sigue siendo exactamente el mismo, exceptuando el matiz en administraciones locales. Es especialmente delirante que tengamos gente quejándose que el preámbulo no tiene valor jurídico, cuando los preámbulos nunca tienen nada más que un valor simbólico. Por no mencionar que la palabra “nación” es un concepto jurídico completamente inútil, ya que no hay manera de definirlo - es algo de debate político, no de leyes. Decir que el estatuto “rebaja aspiraciones” es un poco ridículo, la verdad.

A decir verdad, el fallo del constitucional realmente se ajusta mucho a lo que podíamos esperar de un organismo imparcial. Ha masacrado lo que era obviamente inconstitucional (poder judicial y tributos locales), ha retocado algunos artículos con lenguaje demasiado ambiguo, y se ha cargado dos preceptos singularmente estúpidos (Síndic con competencia exclusiva para controlar la administración autonómica, y exigir que el resto paguen tantos impuestos como Cataluña crea conveniente); en otras palabras, no ha hecho nada que no fuera esperable.

En contra de lo que dice José, no son retoques espúreos, pero la verdad, no entiendo la indignación. No crea una crisis de estado (el Supremo americano se carga leyes constantemente, y nadie lloriquea de este modo), no es una castración de nadie, y desde luego no contradice la voluntad sagrada del mítico pueblo de Cataluña. Es simplemente un ley que pertenece al bloque constitucional que no ajustaba del todo bien. Si la identidad de Cataluña como nación depende del hecho que un mini-consejo del poder judicial regional actúe como subalterno del que tienen en Madrid, realmente estamos produciendo demasiados abogados. Salir a la calle por esta sentencia es una estupidez.
Yo creo que tanta sobreactuación como estamos viendo acabará agrandando ese abismo que ya se puede ver entre la clase política y mediática, por un lado, y la gente de la calle, por otro. Es demasiado evidente que todos los agraviados tienen sobre todo puesto un ojo en la próxima campaña electoral. Y cuando se nota tanto no sirve de mucho.

ACTUALZIACIÓN. Josep Maria Fàbregas:
Sóc catalanista? Sí, però no nacionalista. Estic en contra de la independència de Catalunya? No, però crec que qualsevol intent d’imposar-la per febles majories provocaria la ruptura de la societat catalana, generant un enfrontament de conseqüències imprevisibles, per no dir dramàtiques.

Aleshores -em pregunten alguns- perquè estic en contra del nou Estatut?
Leedlo entero (versión automáticamente traducida por Google aquí).