jueves, septiembre 23, 2010

QUIM MONZÓ:
El Departament d'Acció Social i Ciutadania de la Generalitat recomienda a los empresarios catalanes que sean "proactivos" y que adapten sus horarios de trabajo a las "necesidades" religiosas de sus trabajadores. Muy interesante. [...]

Cada religión tiene su día de fiesta semanal y sus celebraciones anuales, y a menudo los de los adeptos a la religión A no coinciden con los de los adeptos a la B. Ni los de los de la A y la B coinciden con los de los de la C… Por ceñirnos al día festivo semanal: los cristianos lo celebran el domingo, judíos y neopaganos el sábado, musulmanes y pastafarianos el viernes, y estoy convencido de que alguna religión habrá por ahí cuyo día de fiesta semanal sea el miércoles, el jueves, el martes o el lunes. De modo que ya me veo al empresario de hostelería –pongamos– calculando los turnos que harán sus empleados en función de la religión de cada uno. Si es musulmán o pastafariano, nada de trabajar el viernes. Pues que haga fiesta ese día y que, en cambio, trabaje el sábado, día en el que harán fiesta sus empleados judíos y neopaganos que, para cubrir el hueco de musulmanes y pastafarianos, habrán trabajado el viernes. Pero ¿y si no tiene empleados judíos o neopaganos? Los domingos, en cambio, podrían trabajar todos esos: pastafarianos, judíos, musulmanes y neopaganos. Pero no los cristianos, al menos en teoría, porque en la práctica muchos cristianos trabajan en domingo (periodistas, por ejemplo, cuando les toca guardia el fin de semana, quiosqueros, camareros, policías...) y no se les caen los anillos ni lo consideran un gravísimo atentado contra su divinidad. No me imagino que hoy el director de un diario encargue a un periodista que mañana escriba un reportaje sobre el día de la Mercè y este le conteste que ni hablar, porque mañana es viernes y él los viernes los dedica a rezar.

¿Y qué pasa cuando, por las características de la empresa, no se pueden organizar turnos en función de las religiones de sus empleados?
Seguid leyendo, porque demuestra el absurdo de la propuesta. Y luego se quejarán de que los resultados de la medida sean peores que lo que pretendían arreglar. Como siempre.